29 de Diciembre 2006

EL TUERTO (3)

Nuestro amigo comenzó a investigar en docenas de libros la manera de lograr que Carmen pudiera abandonar este plano y viajar hasta el que le correspondía. Durante noches enteras y en cualquier momento del día que tenía libre, él buscaba y buscaba. Hasta que al tercer mes llegó a sus manos por casualidad, estaba esperando el autobús cuando lo encontró abandonado en el banco de la parada, un libro de George Kühlewind en el que se afirmaba que entre el 25 de diciembre y el 6 de enero los cielos se abren, y los humanos y los seres celestiales están más cerca que nunca. Con inusitada expectación esperaron la fecha señalada, y el 25 de diciembre a las una y cuarto de la madrugada Carmen y Ramiro se despedían con sentidas y emocionadas palabras. Desde entonces él se dedica a ayudar, con gran éxito y multitud de solicitudes, a todos los fantasmas que como su querida amiga se encuentran atrapados en este mundo.

FIN

Lector.- Un momento, por favor. ¿Y qué fue de Carlota? O R T- 22 -.¡Ah!, Carlota. Pues verá. Una vez recuperada acabó sus estudios de Psicología, doctorándose como psicóloga de la fauna salvaje y se marchó a Australia, en donde se dedicó a realizar investigaciones sobre el ornitorrinco. Recientemente editó una obra titulada “Estudio comparativo sobre las diferencias en actitudes y comportamientos que adoptan los seres humanos y los ornitorrincos ante el problema de la onicofagia”, la cual se ha convertido en el libro de cabecera de muchas mujeres. Lector.- ¡Caramba, con Carlota! Pues, fíjese usted, yo creí que acabaría trabajando como manicura, que equivocado andaba. Pues nada, muchas gracias y hasta otra.
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22 de Diciembre 2006

EL TUERTO (2)

Allí, como la última vez que no se hizo el tuerto, estaba Carmen preparando la cena. C.- ¿Qué?. ¡Por fin el señorito se digna a venir en condiciones! .Pues yo, ya ves, como todas las noches, preparando algo para el niño. R.- No se enfade usted. C.-¡Qué no me enfade!. ¡Venga, por Dios! .Siete meses sin dirigirme la palabra, ¿y no quieres que me enfade?. R.- ¿Y usted no se ha dado cuenta que en estos siete meses su hijo no vino nunca a cenar?. Ni a cenar, ni a dormir, ni a almorzar. Ni…… ni a nada de nada. C.- ¿Qué dices?. La conversación se convirtió en silencio, en ese mágico silencio que a veces envuelve a los humanos y a las cotorras de Guayaquil, y que transmite más que palabras. Ella dejó sus quehaceres y se sentó meditabunda en una silla cerca de Ramiro. Dos horas después Carmen salía de sus pensamientos, se llevó la mano a la frente, de la frente a la boca y mirando a Ramiro con ojos llenos de sorpresa exclamó “No puede ser, pero lo es.” “Si ya lo decía mi madre, esta niña tiene un defecto muy grande, muy grande, que es muy despistada.” “Ahora comprendo a la pobre.” Y acabó diciendo tras un largo suspiro “Total Ramiro, que llevo doce años muerta y yo sin enterarme.” Ramiro, por fin, se podía sincerar con alguien que iba a comprender todo lo que en su vida ocurría desde el día que tuvo el maldito accidente de automóvil, a consecuencia del cual la conoció a ella y a muchos más, gracias a que su ojo izquierdo adquirió el don de ver cosas que su derecho no veía.

CONTINUARÁ

<__trans phrase="Posted by"> ORT-22 <__trans phrase="at"> 12:45 PM | <__trans phrase="Comments"> (0)

15 de Diciembre 2006

EL TUERTO (1)

Carlota andaba por la vida intentando ocultar la terrible onicofagia extrema que padecía ( mal conocido popularmente como hábito compulsivo de comerse las uñas), y su novio Ramiro iba haciéndose pasar por tuerto del ojo izquierdo. A pesar de estas diferencias clínicas en los historiales médicos de ambos, Carlota y Ramiro formaban una feliz pareja.
Él decidió, en un noble intento que diera solución al grave problema de su novia, regalarle un juego de uñas de porcelana, en la esperanza de que a dichos artilugios no habría manera de que ella les hincara los dientes. Pero se equivocó, y lo que en realidad encontró solución fue el terrible problema que padecía con su ojo izquierdo, y todo ello como consecuencia de que aquél material de cerámica blanca, no poroso, duro y translúcido, que se desarrolló en China durante los siglos VII y VIII, fuera la causa y motivo de la definitiva ruptura con Carlota, cuando ella acabó con el estómago perforado en la UVI de un hospital.
Ramiro caminó perdido por calles y plazas durante varias horas, preguntándose por qué los chinos inventarían la cerámica, por qué Marco Polo viajó a China (con lo lejos que está) y por qué tuvo aquel accidente con un conductor chino, percance que le obligó a ponerse un parche en el ojo izquierdo para evadirse del mundo que le circundaba. En fin, usted, estimado lector, ya se habrá dado cuenta que los chinos habían aparecido en dos momentos cruciales de su vida, y él, en aquella noche de abandono, lluvia y truenos, decidió enfrentarse de una vez por todas con su destino.
Mientras se dirigía a su domicilio, para evadirse de todo lo ocurrido y recobrar fuerzas ante la tremenda situación a la que se iba a enfrentar, se dedicó a calcular el número de habitantes por metro cuadrado en la Babilonia del rey Hammurabi.
Una vez en su piso, tras haber comprobado que los babilonios no tenían ni la más remota idea de como hacer el censo, con todo el cuerpo empapado en sudor frío y las piernas temblorosas se arrancó el parche que cubría su ojo izquierdo, apretó dientes y puños y penetró en la cocina.

CONTINUARÁ


(La semana que viene, si es que llega, porque ya se está retrasando demasiado.)

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