1 de Febrero 2007
PARLANCHINA
Roberto tenía un problema alto, ancho y profundísimo que nació una tarde de abril, cuando paseaba frente a un gabinete de videncia. Su sombra hablaba.
Y no es que de vez en cuando hiciera un comentario sobre algún tema, no, es que cogía la palabra y no la soltaba ni derramándole agua hirviendo, y Roberto perdía los nervios, la razón y los calcetines hasta que por fin encontraba un lugar sombreado en donde, con gran resistencia por parte de su compañera, lograba disolverla.
Al año nuestro amigo estaba al borde del suicidio, su carne, de siempre cercana en color y tono a la de los nórdicos, era más transparente que la de los albinos de tanto huir del sol, tal era la situación que en su casa llegó un momento en que ni encendía el mechero para fumar. Aunque gracias a ello consiguió ahorrar un dinerillo, pues Roberto fumaba como tres carreteros y medio.
Un día, cuando deambulaba por la Plaza de La Marina, encontrándose al borde del desquicio, se lanzó sobre un policía y arrancándole la pistola vació el cargador entero sobre su sombra. Ella quedó tirada y agonizante en el gris asfalto, y él fue enviado a la cárcel durante tres meses.
Ahora, una vez cumplida su pena, lleva una vida normal que a veces, cuando recuerda y se ve libre de su pesadilla, se aproxima por unos instantes a la felicidad.
Pero ella no falleció. Su sombra consiguió llegar casi moribunda al teatro de sombras de Praga, en donde sus hermanas lograron salvarla de la desaparición, y ha prometido que en cuanto se recupere del todo volverá, y además lo hará hablando en checo.
<__trans phrase="Posted by"> ORT-22 <__trans phrase="at"> 1 de Febrero 2007 a las 01:00 PM
Que final con tan mala sombra.