7 de Julio 2005
A 700 kilómetros de Madagascar. (Quinta parte)
El encuentro.
Lentamente avanzó por una pequeña vereda, rodeada de tomates, cebollas, pimientos y toda clase de verduras, hacia una casa situada al final del camino. Un hombre le recibió en el porche con una taza de café entre sus manos, Escatroni, con una frialdad capaz de congelar a un oso polar, le estampó en la cara sin mediar otra palabra: Don Arestesiano. Supongo.
Acertada suposición, contestó su interlocutor mientras miraba fijamente el calzado que usaba el investigador, a continuación añadió :Sin ninguna suposición y directamente, le ruego, señor Escatroni, que tome asiento y me acompañe con un cafelito. y señalando sus zapatos acabó diciendo Gorilas ¿verdad?.
Sin duda alguna dos hombres extraordinarios y diferentes al resto de la humanidad se encontraban frente a frente tomando café.
Y sobre todo hemos de indicar que muy diferente era el actual Arestesiano con aquel otro que vivía en Almería tiempo atrás, de hombre de pelo rubio, ojos verdes y tez clara se había transformado en otro con marcadas características mulatas, de tez morena y ojos negros, sólo sus cabellos seguían siendo rubios.
¿Para cuándo el toque final?.
Para nunca, he probado todos los métodos conocidos, incluso realicé el proceso inverso al desarrollado en Michael Jacson. y ni por esas. Sólo tengo dos opciones, el tinte o la peluca. El resto, ya ve usted, me fue muy fácil lograrlo.
El hielo estaba roto y Escatroni logró, gracias a sus amplios conocimientos sobre el ser humano, que el científico le confesara la auténtica razón por la cual los servicios secretos más importantes del planeta se interesaban tanto por él.
A medida que avanzaba su narración Escatroni comenzó a barajar posibilidades para dar con una posible solución.
Arestesiano le comentó que por pura casualidad llegó a sus manos un bosquejo de parte de un estudio realizado por los nazis y que era conocido bajo el nombre de Proyecto Haunebu, en éste se hacía mención a una extraña máquina mediante la que se pretendía conducir naves aéreas utilizando las fuerzas mentales del piloto. Tanto le fascinó la idea que se puso a trabajar con todos sus ánimos sobre el tema, día y noche sin parar hasta lograr el éxito, pero aquel éxito se le clavó en el pecho creándole gran angustia y cientos de problemas morales, ya que con ciertas variantes tan maravilloso invento se podría transformar en una terrible máquina de destrucción.
Escatroni interrumpió el relato con un El tiempo apremia, me tengo que marchar. Lo tengo claro. Después le pidió al científico unos pantalones de su propiedad y uso habitual, así como una camisa, su carné de identidad y por último le cortó un mechón de sus cabellos. Bien guardado todo en su cartera de agente de seguros se despidió con un Tendrá noticias mías, tenga fe. Y sobre todo no olvide a partir de hoy mismo el utilizar siempre peluca,. Cinco minutos y doce segundos más tardes el gran detective desaparecía por entre la alta arboleda de la selva.
Arestesiano se encaminó hasta la cocina y se preparó un bocadillo de cartón de huevos.
CONTINUARÁ
<__trans phrase="Posted by"> ORT-22 <__trans phrase="at"> 7 de Julio 2005 a las 07:32 PM
¿Fue alguno al homenaje de Fray Pepín?.
Cada vez más emocionante.
¿El cartón de huevos lleva algún proceso culinario, o se come tal cual?. Es que quiero hacerle un pilpil a mi vecina.
soy catalana y me gustaría saber ¿si al bocadillo de cartón se le puede restregar tomate. Y si el señor Escatroni ha publicado algún libro sobre bricolage?